Trabajador Temporal / Seasonal Worker

ESP

En 2019, estaba trabajando como mesero en Ciudad de México. Trabajaba mucho y ganaba muy poco. Todos mis pensamientos estaban enfocados en el trabajo y el poco espacio mental que me quedaba lo dedicaba a tomar fotos. Me sentía estancado. En algún momento, alguien me habló sobre la cosecha de cannabis en el norte de California, donde se podía ganar mucho dinero en poco tiempo. Era una forma de cambiar mi vida y, además, me ofrecía la posibilidad de fotografiar algo fuera de mi vida diaria, que me estaba consumiendo por completo. Así que ahorré mi dinero y me fui allí, sin saber realmente qué esperar.

Al principio, cuando llegué, no fue fácil encontrar trabajo. Todo era un misterio y, a veces, sentía hostilidad de la gente por ser extranjero o un "trimmigrant", que es como los locales llamaban a los inmigrantes que trabajaban temporalmente cosechando cannabis. Después de unas semanas, encontré trabajo y comencé una nueva rutina, completamente diferente a todo lo que había experimentado en México. Después de unos meses de trabajo intenso en las montañas, me di cuenta de que ya no era la misma persona, y recordé una frase que había escuchado: Nadie sale impune del paisaje donde se encuentra..

Empecé a cuestionarme sobre esto, preguntándome cómo sería una vez que dejara la montaña. La única forma que encontré para responder a esto fue tomando fotografías. Había pasado meses fotografiando mi trabajo, día tras día. Dentro de esa soledad, se convirtió en una forma de conversar conmigo mismo, de permanecer presente, una manera de no olvidar a ese yo temporal, que no salía impune, y a esa persona que estaba allí para ganar dinero y tomar fotos.

Cuando salí de allí y regresé a México, miré mis fotos y mis recuerdos de miedo, inquietud, emoción y esperanza me envolvieron de nuevo. Me di cuenta de que estas fotos no habían salido impunes, ni por el paisaje ni por mí mismo, y que se convirtieron en prueba de ese yo temporal.

Regresé al norte de California dos temporadas más. Cada vez el trabajo era más fácil, y descubrí nuevas formas de fotografiar. Al no permanecer intacto por mí mismo en esos entornos con mi cámara, las imágenes reaparecían como recuerdos y, sin saberlo, las fotografiaba de nuevo, confirmando mi presencia tanto en el presente como en el pasado.

Ahora estoy de vuelta en México sin planes de regresar. Las fotos han seguido adquiriendo nuevos significados, al igual que mis recuerdos de mí como ese trabajador temporal.

ENG

In 2019, I was working as a waiter in Mexico City. I worked a lot and earned very little. All my thoughts were focused on work and the little mental space I had left over on taking photos. I felt stuck. At some point, someone told me about cannabis harvesting in Northern California, where you could make a lot of money, in a short amount of time. It was a way to change my life and, also, it offered me the possibility to photograph something outside my daily life, which was eating me up alive. So, I saved my money and went there, not really knowing what to expect.

At first, when I arrived, it wasn’t easy to find work. Everything was a mystery and, at times, I felt hostility from people for being a foreigner or a “trimmigrant,” which is what the locals called immigrants who worked seasonally harvesting cannabis. After a few weeks, I found work and began a new routine, completely different to anything I had experienced in Mexico. After a few months of intense work in the mountains, I realized I wasn’t the same person anymore, and I remembered a phrase I’d heard: No one can remain untouched by their surroundings.

I started to question myself about this, wondering what it would be like once I left the mountain. The only way I found to answer this was by taking photographs. I had spent months photographing my work, day in and day out. Within that solitude, it became a way to converse with myself, to remain present, a way not to forget that seasonal me, that wasn’t untouched, and that person who was there to make money and take photos.

When I left there and arrived back to Mexico, I looked at my photos and my memories of fear, unrest, excitement and hope enveloped me again. I realized that these photos hadn’t been left untouched, not by my surroundings nor by myself, and that they became proof of that seasonal me.

I returned to Northern California two more seasons. Each time the work was easier, and I discovered new ways of photographing. Not remaining untouched by my own self in those surroundings with my camera, the images reappeared as memories and I unknowingly photographed them again, confirming my presence in both the present and the past.

Now I am back in Mexico again with no plans to return. The photos have continued to take on new meaning, just as my memories of me as that seasonal worker have.